Hervé le Bras expone que la inmigración no es el elemento principal que decante el voto de los electores hacia los partidos de extrema derecha; es una variable de refuerzo que facilita que escojan la papeleta, pero no lo determina. Estos partidos defienden la familia tradicional y condenan lo que consideran excesos progresistas como el aborto, la igualdad de género, las medidas ambientalistas y, en mayor medida, una causa genérica, como la de estar enojados con las políticas gubernamentales. La crisis del estado de bienestar y de las democracias liberales, aumento de las desigualdades, precarización del trabajo, adelgazamiento de las clases medias, empujan al electorado a escoger formaciones políticas que critican el orden establecido. Es decir, una especie de tormenta perfecta formada por la mezcla de desconfianza, desafección y atomización de la sociedad. El autor analiza la relación de la inmigración con el avance del ultraderechismo, hasta el punto de que estos llegan al gobierno como Hungría, Polonia, Austria o Italia. Unas dinámicas que se han dado también al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos.